domingo, 10 de junio de 2012

La voz a ti debida (PEDRO SALINAS)

(PEDRO SALINAS)
La voz a ti debida

Cuando tú me elegiste
                                          el amor eligió                                                     
salí del gran anónimo
de todos, de la nada.
Hasta entonces
nunca era yo más alto
que las sierras del mundo.
Ninca bajé más hondo
de las profundidades
máximas señaladas
en las cartas marinas.
Y mi alegría estaba
triste, como lo están
esos relojes chicos
sin brazo en que ceñirse
y sin cuerda, parados.
Pero al decirme: "tú"
─a mí, sí, a mí, entre todos─,
más alto ya que estrellas
o corales estuve.
Y ni gozo
se echó a rodar, prendido
a tu ser, en tu pulso.
Posesión tú me dabas,
de mí, al dárteme tú.
Viví, vivo. ¿Hasta cuándo?
Sé que te volverás
atrás. Cuando te vayas
retornaré a ese sordo
mundo, sin diferencias,
del gramo, de la gota
en el agua, en el peso.
Uno más seré yo
al tenerte de menos.
Y perderé mi nombre,
mi edad, mis señas, todo
perdido en mí, de mí.
Vuelto al osario inmenso
de los que no se han muerto
y ya no tienen nada
que morirse en la vida.

El Amor, en Salinas, o más bien la persona amada, tiene en el poeta un efecto de fijación de la propia persona. El mundo pierde su sentido, se difumina, y sólo adquiere relevancia la amada y el efecto que ésta provoca en el poeta, animándole a ser, a convertirse en persona relevante, transformada en trascendente, mientras que antes no era más que un ser anónimo.
De ahí el título, La Voz a Ti Debida, una voz que viene, no del poeta, sino del amor. Poemas de múltiples facetas, que se detienen en los detalles mientras se incluyen en la inmensidad, en un universo centrado y compuesto en la amada.

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